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sábado, 10 de noviembre de 2012

Abriguito / crisálida



Aquí les dejo, acompañado por Onaji, de Audrey Kawasaki, una artista que dice preferir la madera, al igual que yo, y acompañado también por unos fragmentos de Raúl Hernández Novás, entrañable e intenso poeta cubano, este texto de mi libro La vida en otra parte


Abriguito / Crisálida

 (con Hernández Novás)

No has nacido.
Tricotando están por ti los menudos abriguitos
que has de usar sin descanso en los retratos.
Abriguitos que ya en mí se volvieron pequeños:
otoño es por vez sexta
y en el parque La Pastora hace el viento
su voluntad con los álamos.

yo te perdí, un día a la salida del colegio, en el parque
donde no hay nadie y a nadie se espera

Atrévete a nacer
y de otro haz tu parque y sé tú el abriguito
que contrasta las hojas:
azul si es flamboyán   amarillo si álamo
de la mano de padres
que un día encontrarás tan solo en sus retratos.

y allí todos los vientos se bifurcan 

Atrévete a crecer sin darte cuenta
como mismo hice yo   –o al menos he intentado–
en la misma ciudad inencontrable
detrás de los espejos,
abriguito que ensancha haciéndole lugar al corazón
bajo el muérdago espera
su día de febrero en otro parque,
su día aún no nacido
mas tejido por manos que le anteceden siempre.

y luego (...) las calles se encogieron por fin,
y tú partiste hacia otros juegos

Y atrévete a morir cuando llegue ese día
tiritando en tu abrigo   levemente cansada
preparando palabras 
aguardando en la helada una señal...

Es mi abrigo distinto  
son hermosas mis manos.

Si quieres oir algo, busca esta joya que no me cansaré de oir, cantada por el inmenso Van Morrison y titulada nada más y nada menos que The Philosopher's Stone, o sea., La Piedra Filosofal. Van Morrison es un cantante, compositor y músico norirlandés, considerado por su característica voz y el mestizaje de la música folk, blues, country y gospel que frecuentemente realiza en sus canciones, como uno de los cantantes y músicos más influyentes de la música contemporánea. De él se ha dicho que «ningún hombre blanco canta como Van Morrison».

miércoles, 8 de agosto de 2012

Los pisos ajedrezados...

 

La visita

 

Si alzado el mediodía colonial

bajo su acerba luz acaso vuelvo a verte

dónde pondré las manos...

Revolviendo lo amargo que hace rato no humea

pisos ajedrezados

desde mi incertidumbre miraré.

 

Djuna Barnes y Solita Solano


viernes, 18 de mayo de 2012

Las maderas

foto de Robert Maplethorpe


De palisandro el porche
la escalera
y el techo de la casa extraordinaria.
Barandas
celajes
los postigos que se abren al resol colonial.
Las virutas quizás del cajón de pañuelos
seguro las astillas que hoy lleva el corazón...
Su olor a palisandro.




Cortesía de Alfredo Zaldívar

 

Página para presentar La vida en otra parte, de Isaily Pérez o página para presentar a Isaily Pérez, la dama del almendro


La Habana, la ilusión que es La Habana, la dura realidad que es, a veces teatral –polvo de teatro–, a veces set de la peor telenovela, a veces pantalla de cinematógrafo, es esa otra parte por la que Isaily Pérez despliega su tela para describir un paisaje ajeno y propio, al que no puede adscribirse, del que no puede renegar. La Habana, metáfora de esos espacios de representación que como arena movediza, nunca llegan a la fijeza. La Habana, personaje y hábitab que se repliega, que borra las lindes para ser uno y otro, o dos a la vez.
Esto empiezo a ver en el libro breve y bueno, o sea, dos veces bueno, que he leído hacia adelante y hacia atrás, ¿qué otra forma hay de hacer el camino, de hacer un libro como este? Sin puntuación que impida el albedrío, pero sin caos que lo flagele. Libro que mira a la tradición y carga con ella hacia delante. Que huye del tradicionalismo sin subirse por las paredes, más bien escudriñando en ellas. Que sin la chatez del coloquialismo ortodoxo, se apropia de él, con lirismo sensible, contenido, fino. Fino va aquí en su acepción más preciada: fineza, delicadeza, distinción.
Imagen de cubierta del libro

Hablaba de una tela que Isaily extiende dibujando y desdibujándonos un camino por el que avanza y pretende llevarnos. Trazos legibles, transparentes, cuidadosos, aunque nunca llanos, y aún menos, simples. Poesía que se afilia al mejor eclecticismo que la lírica cubana ha padecido. Tela del corazón, porque Isaily Pérez, no nos llamemos a engaño, es un poeta romántico, no porque lo amatorio sea centro de este libro, si no, y sobre todo, porque que escribe, cose y borda la utopía que es la vida. Y a ese eclecticismo añado la inusual elegancia que el modernismo nos legó, esa dama de la almendra que no solo obedece al trabajo con la palabra, tan descuidado hoy, si no con el regusto por la frase, el giro, la cadencia, el sonido, la imagen, hasta despreciados en estos días, y que destacan en este conjunto, para conferirle otro valor añadido. Y es esta menestra la que otorga a La vida en otra parte su condición post, que nada tiene que ver con la seudovanguardia, con la confusión vanguardista.
Isaily se hace de un idioma propio, carismático, al que uno se acomoda apenas comienzan a desplegarse imágenes fictivas y espacios míticos sobredimensionados, extrapolados o simplemente adscritos con realismo a su imaginario, unidos al juego intertextual que no va a sumarse como cita, sino que, asimilado por una poética autenticada, deviene legítimo, sin afeites de apropiación. Sutil Eliseo Diego, más velado San Juan de la Cruz o explícito Raúl Hernández Novás, revelan una filiación espiritual que se explaya hacia zonas en que la poesía más reciente no encuentra siempre feliz asidero, creo, precisamente, porque son suposiciones y en estos poemas no hay supuesto.
La brevedad de este cuaderno no es un efecto físico. Su alcance tiene la de cualquier ejemplar voluminoso, y más que muchos abultados fárragos. La vida en otra parte responde a un concepto cercano al de la antigua poesía japonesa, especialmente al haiku. No solo en los cuatro textos que componen “Las telas del corazón”, que se afilian a esa filosofía de apresar la eternidad de un instante supremo con ímpetu natural, primitivo, y total austeridad poética, si no en la esencia de todo el cuaderno que, sin seguir esas formas estróficas, —entre otras cosas, por la infidelidad per se que ello supone— sí parece haber recibido de Ezra Pound y el imaginismo, y más acá de los que en nuestro idioma se han acercado a esas lacónicas zonas en que poesía y filosofía se articulan (Paz, Borges y otros), un influjo fructuoso.
René Coyra, ese editor certero, navegante incansable, alejado de la mesa de redacción, que insiste en su labor de gestor y promotor de la buena literatura, vuelve a conquistarnos con su trabajo. Así las ilustraciones de Erich Domenech. Así el trabajo de Ediciones Aldabón conducido por el poeta Israel Domínguez. Suerte que ha tenido Isaily de ver su poesía en ropaje hermoso aunque austero.
Apuesto por Isaily, que ha sido muchas veces, y hoy seguro lo es, la dama del almendro que, sin que apenas le enviáramos algo, mucho nos ha devuelto.

Alfredo Zaldívar,
en Matanzas, a 27 de enero y 2010, a las 11 y 29 am 

martes, 1 de mayo de 2012

La vida en otra parte

De mi librillo de poemas La vida en otra parte les dejo un pequeño regalo. Les llega envuelto en la foto inquietante de mi amigo Cristian, y bajo el cielo ominoso de la interpretación del contratenor alemán Klaus Nomi, que por su voz y su aspecto también parecía venido de otra parte. Aquí se puede descargar también este sobrecogedor tema que se titula The cold song

Buenas noches, mundo.




 

La vida en otra parte


Mientras ando y llovizna
pienso la vida que no viviré en este sitio
ni en otro,
la vida que guardada he perdido
atesaorada en balde como ciertas monedas en desuso.
Siempre
en algunas calles de la Habana y Santa Clara
pienso lo mismo:
un cuento de Borges 
que trata de un jardín y sus bifurcaciones
y creo para mí
mientras ando la calle donde evito comer 
decir mi nombre  
para que nada quede ni se vaya conmigo.
Detrás de cualquier puerta
otra yo está haciendo cosas
que no puedo aceptar tranquilamente.